Como a muchos les sucede, buscando cambiar la rutina y olvidarse del estrés comencé a correr, al principio sin tener claro cuánto es un kilómetro, en cuánto tiempo lo podría recorrer y con qué distancia sería adecuado iniciar, sobretodo para alguien que llevaba la mayor parte de su vida sin hacer ejercicio.
El primer reto fue encontrar un espacio en la agenda, ya que siempre hay algo que hacer y después dándome cuenta que la única forma sería madrugando para ejercitarme antes de comenzar las labores del día comenzó la negociación conmigo mismo, a qué hora me levantaría y para lograrlo a qué hora a más tardar debería acostarme… finalmente, decidido, armé mi rutina 4 días a la semana y al mes me inscribí a mi primera carrera, no tenía mucha idea de cómo sería, de qué forma prepararme, la cena del día anterior y el desayuno del día de la carrera, afortunadamente varios amigos me dieron buenos consejos.
Llegó el día de la carrera y desperté más temprano de lo planeado tal vez por la emoción, tal vez por los nervios, dispuesto a participar, veo gente de distintos perfiles algunos reunidos calentando en grupos grandes, otros grupos pequeños y otros solos, comencé a sentir ese ambiente contagioso, positivo y esa buena vibra que nos envolvía. Encontré a un amigo que se preparaba con un equipo numeroso quienes me saludaron amablemente y me invitaron a arrancar con ellos… “Buena pista” es el deseo de mi amigo para todos los compañeros.
En el camino de repente adelantaba a algunos, otros me adelantaban, mi cerebro estaba enfocado en llegar a la meta ya que siendo franco no estaba seguro de poder lograrlo, no conocía mi cuerpo… durante la carrera me di cuenta del maravilloso potencial del cuerpo humano, escuchaba mis latidos, mi respiración y ese ritmo un tanto acelerado que marcaba mi paso. Recibí consejos de cómo respirar, cómo pisar y a qué velocidad avanzar, cosas que me sirvieron mucho para sentirme más seguro.
Durante los casi 60 minutos vi estilos distintos para correr, para vestir, muestras de apoyo, rostros de alegría, de esfuerzo pero lo que más me llamó la atención fue el darme cuenta, que no corríamos unos contra otros, sino cada quién teníamos nuestra propia carrera donde a quien queríamos superar era a nosotros mismos. Llegar a la meta fue una experiencia grandiosa, esa adrenalina que hace que tus últimos pasos sean los más fuertes, cruzar la meta y entonces darte cuenta que lo lograste.
Desde entonces procuro correr una carrera al mes, mínimo y poco a poco fui mejorando mi nivel hasta correr medios maratones, nada que ver con mi inicio, ahora lo disfruto más y aunque ha habido momentos difíciles, cansancio y dolor, bien vale la pena porque la recompensa es personal, eso sí con muchos amigos que te apoyan siempre.
¿Qué tiene que ver el correr con hacerte humano? La competencia, el reto, el convivir con más personas que hacen lo mismo y se desconectan por un momento de sus problemas, de sus preocupaciones, dejan el celular y los pendientes del trabajo, convivir con toda esa gente que busca lo mismo que tú, superarse a sí mismo, recibir el apoyo incondicional de los más experimentados en la pista, eso te hace recordar que somos humanos y valoras tu condición, tu tiempo, tu esfuerzo…
Uno de los consejos que quiero compartir… (De mi estimado coach JM-10K Training) Divide tu carrera en 3 partes, la primera la corres con la mente, ve despacio, con calma, la segunda con el cuerpo, a tu ritmo normal, disfrutando tu rendimiento y la tercera con el corazón, apasionado, listo para cruzar la meta y de paso para animar a los que ya van muy cansados, contagiar y contagiarte de esa pasión te hará entender por qué “Correr te hace más humano”.